
Una arquitectura que no busca ser vista, sino permitir ver
Una arquitectura que no busca ser vista, sino permitir ver
El Centro de Interpretación SeaFlower se ubica en el corazón del Caribe colombiano como una plataforma de diálogo entre naturaleza, cultura y arquitectura. Diseñado para integrarse con el entorno sin obstruir sus visuales, el proyecto es una extensión del espacio público y una herramienta de educación ambiental que promueve la protección de la biósfera y el desarrollo sostenible con participación comunitaria.
El Centro de Interpretación SeaFlower se ubica en el corazón del Caribe colombiano como una plataforma de diálogo entre naturaleza, cultura y arquitectura. Diseñado para integrarse con el entorno sin obstruir sus visuales, el proyecto es una extensión del espacio público y una herramienta de educación ambiental que promueve la protección de la biósfera y el desarrollo sostenible con participación comunitaria.
Centro de Interpretación de la Reserva de la Biosfera "Seaflower"
Centro de Interpretación de la Reserva de la Biosfera "Seaflower"
Ubicación
Ubicación
Archipiélago de San Andrés
Archipiélago de San Andrés
Año
Año
2019
2019
Área
Área
733 m²
733 m²
Cliente
Cliente
Ministerio de Comercio, Industria y Turismo de Colombia FONTUR — Fondo Nacional de Turismo
Ministerio de Comercio, Industria y Turismo de Colombia FONTUR — Fondo Nacional de Turismo
“Una arquitectura que no ocupa, sino que observa, respira y acompaña.”
“Una arquitectura que no ocupa, sino que observa, respira y acompaña.”
La Reserva de la Biósfera Seaflower, declarada por la UNESCO, abarca ecosistemas marinos, costeros y terrestres del Caribe colombiano, incluyendo áreas de alto valor ambiental, cultural y económico. Es un territorio complejo donde el conocimiento ancestral, la biodiversidad y la amenaza ecológica conviven. El proyecto del Centro de Interpretación surge como respuesta a la necesidad de articular estos valores a través de un equipamiento público que no sea una “institución cerrada”, sino un espacio abierto de encuentro, formación y contemplación. Seaflower no solo alberga riqueza natural: es también un territorio simbólico y vivo, que requiere herramientas sensibles de interpretación y acción.
La Reserva de la Biósfera Seaflower, declarada por la UNESCO, abarca ecosistemas marinos, costeros y terrestres del Caribe colombiano, incluyendo áreas de alto valor ambiental, cultural y económico. Es un territorio complejo donde el conocimiento ancestral, la biodiversidad y la amenaza ecológica conviven. El proyecto del Centro de Interpretación surge como respuesta a la necesidad de articular estos valores a través de un equipamiento público que no sea una “institución cerrada”, sino un espacio abierto de encuentro, formación y contemplación. Seaflower no solo alberga riqueza natural: es también un territorio simbólico y vivo, que requiere herramientas sensibles de interpretación y acción.
El edificio se concibe como una arquitectura mínima, porosa y respetuosa con el paisaje. Más que ocupar, se posa. Más que destacar, enmarca. El diseño se organiza en torno a la noción de “extensión del espacio público”, permitiendo que el visitante transite del exterior al interior sin rupturas. Se establece una relación directa entre arquitectura y territorio, entre experiencia sensorial y conocimiento. El volumen se implanta sin obstruir las visuales del entorno: eleva la mirada, filtra la luz, acompaña el clima. La forma permite una experiencia educativa no lineal: hay salas, pero también recorridos, plataformas, miradores y umbrales. El proyecto plantea una interacción activa con el ecosistema, donde aprender también es observar, habitar, cuidar.
El edificio se concibe como una arquitectura mínima, porosa y respetuosa con el paisaje. Más que ocupar, se posa. Más que destacar, enmarca. El diseño se organiza en torno a la noción de “extensión del espacio público”, permitiendo que el visitante transite del exterior al interior sin rupturas. Se establece una relación directa entre arquitectura y territorio, entre experiencia sensorial y conocimiento. El volumen se implanta sin obstruir las visuales del entorno: eleva la mirada, filtra la luz, acompaña el clima. La forma permite una experiencia educativa no lineal: hay salas, pero también recorridos, plataformas, miradores y umbrales. El proyecto plantea una interacción activa con el ecosistema, donde aprender también es observar, habitar, cuidar.
La estrategia arquitectónica se basa en tres principios: transparencia espacial, ligereza estructural y interacción con el entorno. La volumetría se organiza en franjas longitudinales que permiten una ventilación cruzada natural y la continuidad visual del paisaje. El edificio se eleva sobre pilotes para respetar la topografía y minimizar el impacto ambiental. Se utilizan materiales livianos, sistemas constructivos eficientes y cubiertas permeables a la luz. El programa incluye:
Sala de experiencia y aprendizaje sensorial.
Mirador de la biósfera con vista libre al entorno.
Recorridos interiores y exteriores.
Espacios expositivos sobre cultura y biodiversidad del territorio.
Cada elemento arquitectónico busca ser silencioso, respetuoso y pedagógico. No se trata de imponer forma, sino de habilitar experiencias.
La estrategia arquitectónica se basa en tres principios: transparencia espacial, ligereza estructural y interacción con el entorno. La volumetría se organiza en franjas longitudinales que permiten una ventilación cruzada natural y la continuidad visual del paisaje. El edificio se eleva sobre pilotes para respetar la topografía y minimizar el impacto ambiental. Se utilizan materiales livianos, sistemas constructivos eficientes y cubiertas permeables a la luz. El programa incluye:
Sala de experiencia y aprendizaje sensorial.
Mirador de la biósfera con vista libre al entorno.
Recorridos interiores y exteriores.
Espacios expositivos sobre cultura y biodiversidad del territorio.
Cada elemento arquitectónico busca ser silencioso, respetuoso y pedagógico. No se trata de imponer forma, sino de habilitar experiencias.
El Centro de Interpretación SeaFlower es mucho más que un edificio: es una infraestructura pública de educación ambiental, identidad cultural y resiliencia territorial. En un ecosistema frágil, el proyecto se comporta como un mediador: entre el conocimiento científico y el saber ancestral, entre el visitante y el territorio, entre la protección ecológica y la apropiación ciudadana. Genera valor sin extraer; enseña sin imponer. Su diseño propone una arquitectura tropical, ligera y contextual, que se adapta al paisaje en lugar de dominarlo. En un momento donde la sostenibilidad debe ser más que discurso, SeaFlower ofrece una respuesta concreta, sensible y replicable.
El Centro de Interpretación SeaFlower es mucho más que un edificio: es una infraestructura pública de educación ambiental, identidad cultural y resiliencia territorial. En un ecosistema frágil, el proyecto se comporta como un mediador: entre el conocimiento científico y el saber ancestral, entre el visitante y el territorio, entre la protección ecológica y la apropiación ciudadana. Genera valor sin extraer; enseña sin imponer. Su diseño propone una arquitectura tropical, ligera y contextual, que se adapta al paisaje en lugar de dominarlo. En un momento donde la sostenibilidad debe ser más que discurso, SeaFlower ofrece una respuesta concreta, sensible y replicable.