Entre el atrio, la plaza y el parque

Entre el atrio, la plaza y el parque

La recuperación de la Plaza Águeda Gallardo en Pamplona reconfigura un espacio histórico subutilizado en un lugar de encuentro, memoria y cohesión cívica. A través de una intervención integral que articula paisaje, arquitectura y valor patrimonial, se transforma el corazón del centro histórico en un sistema urbano de estancias conectadas, activas y culturalmente significativas, que refuerzan el papel de la ciudad como centro regional con vocación educativa, institucional y religiosa.

La recuperación de la Plaza Águeda Gallardo en Pamplona reconfigura un espacio histórico subutilizado en un lugar de encuentro, memoria y cohesión cívica. A través de una intervención integral que articula paisaje, arquitectura y valor patrimonial, se transforma el corazón del centro histórico en un sistema urbano de estancias conectadas, activas y culturalmente significativas, que refuerzan el papel de la ciudad como centro regional con vocación educativa, institucional y religiosa.

Premios y Reconocimientos

Premios y Reconocimientos

Plaza Principal Águeda Gallardo

Plaza Principal Águeda Gallardo

Ubicación

Ubicación

Pamplona, Norte de Santander

Pamplona, Norte de Santander

Año

Año

2013

2013

Área

Área

16 384 m²

16 384 m²

Cliente

Cliente

Ministerior de Cultura de Colombia

Ministerior de Cultura de Colombia

“Una plaza patrimonial que convierte el tránsito en permanencia y la memoria en espacio cívico.”

“Una plaza patrimonial que convierte el tránsito en permanencia y la memoria en espacio cívico.”

La ciudad de Pamplona, en Norte de Santander, alberga uno de los centros históricos más antiguos y representativos de Colombia. Su trazado urbano, arquitectura religiosa y vida académica la consolidan como núcleo cultural del nororiente colombiano. En este contexto, la Plaza Águeda Gallardo —antes un espacio de paso vehicular y con baja calidad paisajística— requería una transformación estructural que devolviera el protagonismo al peatón y a la memoria urbana.

La intervención se enmarca dentro del Plan Nacional de Recuperación de Centros Históricos, impulsado por el Ministerio de Cultura de Colombia, y constituye la primera etapa de un proyecto mayor que busca revitalizar el espacio público del centro tradicional de la ciudad. El objetivo central es generar conciencia colectiva sobre la importancia del patrimonio urbano y arquitectónico, resignificando estos espacios como plataformas vivas de encuentro ciudadano.

La ciudad de Pamplona, en Norte de Santander, alberga uno de los centros históricos más antiguos y representativos de Colombia. Su trazado urbano, arquitectura religiosa y vida académica la consolidan como núcleo cultural del nororiente colombiano. En este contexto, la Plaza Águeda Gallardo —antes un espacio de paso vehicular y con baja calidad paisajística— requería una transformación estructural que devolviera el protagonismo al peatón y a la memoria urbana.

La intervención se enmarca dentro del Plan Nacional de Recuperación de Centros Históricos, impulsado por el Ministerio de Cultura de Colombia, y constituye la primera etapa de un proyecto mayor que busca revitalizar el espacio público del centro tradicional de la ciudad. El objetivo central es generar conciencia colectiva sobre la importancia del patrimonio urbano y arquitectónico, resignificando estos espacios como plataformas vivas de encuentro ciudadano.

El diseño toma como punto de partida tres conceptos arquitectónicos y urbanos esenciales: el atrio, la plaza y el parque, reinterpretados como formas complementarias de habitar y permanecer en el espacio público. La propuesta entiende el patrimonio no como una imagen congelada, sino como un sistema en constante construcción social y simbólica. Así, la intervención se organiza en torno a una única superficie continua de Piedra Royal, que unifica las diferentes áreas del parque y convierte el pavimento en un soporte para el mobiliario, el encuentro, la circulación y la contemplación.

El proyecto plantea un lenguaje sobrio y contemporáneo que respeta y realza los valores históricos del entorno. Las estancias —abiertas y diversas— propician tanto lo ceremonial como lo cotidiano, permitiendo transitar entre la solemnidad institucional y la intimidad de la tertulia ciudadana. La arquitectura del vacío se convierte en herramienta de activación cultural, y el recorrido urbano en experiencia sensible.

El diseño toma como punto de partida tres conceptos arquitectónicos y urbanos esenciales: el atrio, la plaza y el parque, reinterpretados como formas complementarias de habitar y permanecer en el espacio público. La propuesta entiende el patrimonio no como una imagen congelada, sino como un sistema en constante construcción social y simbólica. Así, la intervención se organiza en torno a una única superficie continua de Piedra Royal, que unifica las diferentes áreas del parque y convierte el pavimento en un soporte para el mobiliario, el encuentro, la circulación y la contemplación.

El proyecto plantea un lenguaje sobrio y contemporáneo que respeta y realza los valores históricos del entorno. Las estancias —abiertas y diversas— propician tanto lo ceremonial como lo cotidiano, permitiendo transitar entre la solemnidad institucional y la intimidad de la tertulia ciudadana. La arquitectura del vacío se convierte en herramienta de activación cultural, y el recorrido urbano en experiencia sensible.

La intervención se construye a partir de cuatro estrategias clave:


  1. Puesta en valor del patrimonio edificado: se jerarquizan las relaciones visuales y espaciales entre el parque y edificaciones como la Catedral, el Museo Ramírez Villamizar, la Casa Águeda Gallardo, la Plaza de Mercado y el Palacio Arzobispal, configurando atrios cívicos que los anteceden y enmarcan, y fortalecen la lectura institucional del entorno.

  2. Estancias continuas y versátiles: se genera una superficie sin obstáculos jerárquicos que multiplica las zonas útiles y convierte los límites en oportunidades de permanencia. Muros-banca, terrazas ajardinadas y graderías conforman espacios híbridos entre lo funcional y lo simbólico.

  3. Iluminación como elemento de contraste: el diseño lumínico busca acentuar los contrastes del día y la noche, reforzando la atmósfera evocadora del lugar. En un clima frío como el de Pamplona (2.400 msnm), la luz solar se aprovecha como recurso espacial, y en la noche, las luminarias acentúan ritmos, texturas y recorridos.

  4. Mobiliario urbano como código visual: diseñado a partir de líneas rectas y materiales nobles (madera, piedra y metal negro), el mobiliario refuerza una imagen sobria que no compite con el contexto patrimonial. Bancas, postes, lámparas, basureras y mogadores fueron diseñados con solo dos gestos geométricos, actuando como hilo conductor visual.

Las zonas principales del proyecto responden a distintas nociones de habitar:


  • El atrio – La promenade de la Catedral: traza un eje cívico central que conecta el costado norte con las calles de mayor flujo, enmarcado por muros-banca y zonas verdes.

  • La plaza – Vacío institucional: orientada hacia edificaciones históricas, donde el vacío adquiere carácter ceremonial y colectivo.

  • El parque – Jardines y terrazas: espacios de tertulia y descanso, definidos por grandes zonas verdes, circulaciones arboladas, terrazas ajardinadas y estancias elevadas.

  • El patio de la memoria – Plaza cultural: espacio triangular que incorpora un kiosko existente como escenario, acompañado de graderías y pliegues que habilitan actividades artísticas y pedagógicas.

La intervención se construye a partir de cuatro estrategias clave:


  1. Puesta en valor del patrimonio edificado: se jerarquizan las relaciones visuales y espaciales entre el parque y edificaciones como la Catedral, el Museo Ramírez Villamizar, la Casa Águeda Gallardo, la Plaza de Mercado y el Palacio Arzobispal, configurando atrios cívicos que los anteceden y enmarcan, y fortalecen la lectura institucional del entorno.

  2. Estancias continuas y versátiles: se genera una superficie sin obstáculos jerárquicos que multiplica las zonas útiles y convierte los límites en oportunidades de permanencia. Muros-banca, terrazas ajardinadas y graderías conforman espacios híbridos entre lo funcional y lo simbólico.

  3. Iluminación como elemento de contraste: el diseño lumínico busca acentuar los contrastes del día y la noche, reforzando la atmósfera evocadora del lugar. En un clima frío como el de Pamplona (2.400 msnm), la luz solar se aprovecha como recurso espacial, y en la noche, las luminarias acentúan ritmos, texturas y recorridos.

  4. Mobiliario urbano como código visual: diseñado a partir de líneas rectas y materiales nobles (madera, piedra y metal negro), el mobiliario refuerza una imagen sobria que no compite con el contexto patrimonial. Bancas, postes, lámparas, basureras y mogadores fueron diseñados con solo dos gestos geométricos, actuando como hilo conductor visual.

Las zonas principales del proyecto responden a distintas nociones de habitar:


  • El atrio – La promenade de la Catedral: traza un eje cívico central que conecta el costado norte con las calles de mayor flujo, enmarcado por muros-banca y zonas verdes.

  • La plaza – Vacío institucional: orientada hacia edificaciones históricas, donde el vacío adquiere carácter ceremonial y colectivo.

  • El parque – Jardines y terrazas: espacios de tertulia y descanso, definidos por grandes zonas verdes, circulaciones arboladas, terrazas ajardinadas y estancias elevadas.

  • El patio de la memoria – Plaza cultural: espacio triangular que incorpora un kiosko existente como escenario, acompañado de graderías y pliegues que habilitan actividades artísticas y pedagógicas.

La recuperación de la Plaza Águeda Gallardo redefine el centro histórico de Pamplona como espacio cívico contemporáneo. Más que una operación física, el proyecto introduce una nueva manera de habitar el espacio público, propiciando encuentros intergeneracionales, activación cultural, educación patrimonial y apropiación ciudadana. La intervención mejora las condiciones ambientales, visibiliza la arquitectura histórica y dota al parque de una estructura funcional y simbólica que conecta identidad, memoria y cotidianidad. El resultado es un entorno urbano más humano, accesible y digno, donde la ciudadanía se convierte en protagonista de su historia.

La recuperación de la Plaza Águeda Gallardo redefine el centro histórico de Pamplona como espacio cívico contemporáneo. Más que una operación física, el proyecto introduce una nueva manera de habitar el espacio público, propiciando encuentros intergeneracionales, activación cultural, educación patrimonial y apropiación ciudadana. La intervención mejora las condiciones ambientales, visibiliza la arquitectura histórica y dota al parque de una estructura funcional y simbólica que conecta identidad, memoria y cotidianidad. El resultado es un entorno urbano más humano, accesible y digno, donde la ciudadanía se convierte en protagonista de su historia.

“Recuperar lo patrimonial es reconstruir el lazo entre ciudad, paisaje y cultura desde lo cotidiano.”

“Recuperar lo patrimonial es reconstruir el lazo entre ciudad, paisaje y cultura desde lo cotidiano.”