
El trópico y el paisaje construído
El trópico y el paisaje construído
Una intervención urbana en el corazón de Medellín que resignifica el paisaje tropical como motor de transformación. Más de 200 mil metros cuadrados de espacio público fueron rediseñados para devolverle el protagonismo al peatón, reducir el área destinada a vehículos motorizados e integrar la naturaleza como parte esencial de nuestra identidad colectiva. El proyecto activa nuevos usos culturales, sociales y económicos, funcionando como una gran plataforma pública capaz de acoger la intensidad del centro de la ciudad.
Una intervención urbana en el corazón de Medellín que resignifica el paisaje tropical como motor de transformación. Más de 200 mil metros cuadrados de espacio público fueron rediseñados para devolverle el protagonismo al peatón, reducir el área destinada a vehículos motorizados e integrar la naturaleza como parte esencial de nuestra identidad colectiva. El proyecto activa nuevos usos culturales, sociales y económicos, funcionando como una gran plataforma pública capaz de acoger la intensidad del centro de la ciudad.
Premios y Reconocimientos
Premios y Reconocimientos












Recuperación Integral del Centro Tradicional de Medellín
Recuperación Integral del Centro Tradicional de Medellín
Ubicación
Ubicación
Medellín, Antioquia
Medellín, Antioquia
Año
Año
2014-2021
2014-2021
Área
Área
213 663 m²
213 663 m²
Cliente
Cliente
Alcaldía de Medellín / EDU Empresa de Desarrollo Urbano
Alcaldía de Medellín / EDU Empresa de Desarrollo Urbano
“Diseñar en el trópico es entender que la ciudad se vive al aire libre, sin pausa. Nuestras intervenciones favorecen la caminabilidad, la sombra, la vegetación y el encuentro, transformando el espacio público en una plataforma cotidiana.”
“Diseñar en el trópico es entender que la ciudad se vive al aire libre, sin pausa. Nuestras intervenciones favorecen la caminabilidad, la sombra, la vegetación y el encuentro, transformando el espacio público en una plataforma cotidiana.”
Medellín, núcleo del Valle de Aburrá, concentra más de 4 millones de habitantes y una intensa dinámica urbana. Su centro histórico, epicentro administrativo, comercial y cultural, soporta más de 1,4 millones de desplazamientos diarios. Sin embargo, desde la implantación del Metro elevado en los años 90, el centro experimentó una profunda transformación: el viaducto introdujo una barrera urbana que fragmentó el tejido existente, priorizó la movilidad vehicular y generó espacios residuales bajo la infraestructura ferroviaria, hoy asociados al deterioro físico y social.
Paralelamente, el centro sufrió una fuerte homogenización de usos, dominado por el comercio informal, desplazando actividades cívicas y culturales hacia la periferia. Esto redujo su relevancia como lugar de encuentro para los habitantes. En 2012, el Plan MED Centro planteó una estrategia de recuperación basada en sostenibilidad, movilidad activa e inclusión. Como proyecto detonante, la Alcaldía convocó en 2014 un concurso público para peatonalizar la Carrera Bolívar —eje bajo el Metro— con el fin de recuperar el espacio público y reactivar el corazón de la ciudad.
AEU ganó el concurso y desarrolló el proyecto, no solo sobre Bolívar, sino extendiendo sus principios a otros corredores del centro, consolidando una red pública que prioriza al peatón, la bicicleta y el paisaje tropical. Esta intervención respondió también a la creciente crisis ambiental de aquellos años, proponiendo un modelo urbano resiliente que reactiva el centro desde la integración del espacio público, la movilidad sostenible y la naturaleza.
Medellín, núcleo del Valle de Aburrá, concentra más de 4 millones de habitantes y una intensa dinámica urbana. Su centro histórico, epicentro administrativo, comercial y cultural, soporta más de 1,4 millones de desplazamientos diarios. Sin embargo, desde la implantación del Metro elevado en los años 90, el centro experimentó una profunda transformación: el viaducto introdujo una barrera urbana que fragmentó el tejido existente, priorizó la movilidad vehicular y generó espacios residuales bajo la infraestructura ferroviaria, hoy asociados al deterioro físico y social.
Paralelamente, el centro sufrió una fuerte homogenización de usos, dominado por el comercio informal, desplazando actividades cívicas y culturales hacia la periferia. Esto redujo su relevancia como lugar de encuentro para los habitantes. En 2012, el Plan MED Centro planteó una estrategia de recuperación basada en sostenibilidad, movilidad activa e inclusión. Como proyecto detonante, la Alcaldía convocó en 2014 un concurso público para peatonalizar la Carrera Bolívar —eje bajo el Metro— con el fin de recuperar el espacio público y reactivar el corazón de la ciudad.
AEU ganó el concurso y desarrolló el proyecto, no solo sobre Bolívar, sino extendiendo sus principios a otros corredores del centro, consolidando una red pública que prioriza al peatón, la bicicleta y el paisaje tropical. Esta intervención respondió también a la creciente crisis ambiental de aquellos años, proponiendo un modelo urbano resiliente que reactiva el centro desde la integración del espacio público, la movilidad sostenible y la naturaleza.
Este proyecto parte de una condición esencial: vivir en el trópico implica habitar un entorno disponible los 365 días del año. No existen estaciones que limiten la permanencia en el espacio público; por el contrario, el clima permite una relación continua y directa con lo natural. Así, el paisaje tropical no se entiende como fondo escénico, sino como protagonista del entorno construido.
“El Trópico y el Paisaje Construido” es una propuesta que busca recuperar la dimensión sensible de la ciudad a través del diseño de espacios que reconectan al ciudadano con la naturaleza, la memoria y la identidad. Se plantea una nueva lectura del paisaje urbano como experiencia colectiva, exuberante y cotidiana, que favorece actos íntimos y públicos.
La ciudad deja de ser solo infraestructura para convertirse en territorio emocional, y el espacio público se consolida como lugar de encuentro, tránsito y pertenencia. La narrativa tropical guía cada decisión de diseño, permitiendo construir una ciudad que se reconoce a sí misma y se reinventa desde su propio clima, su historia y su gente.
Este proyecto parte de una condición esencial: vivir en el trópico implica habitar un entorno disponible los 365 días del año. No existen estaciones que limiten la permanencia en el espacio público; por el contrario, el clima permite una relación continua y directa con lo natural. Así, el paisaje tropical no se entiende como fondo escénico, sino como protagonista del entorno construido.
“El Trópico y el Paisaje Construido” es una propuesta que busca recuperar la dimensión sensible de la ciudad a través del diseño de espacios que reconectan al ciudadano con la naturaleza, la memoria y la identidad. Se plantea una nueva lectura del paisaje urbano como experiencia colectiva, exuberante y cotidiana, que favorece actos íntimos y públicos.
La ciudad deja de ser solo infraestructura para convertirse en territorio emocional, y el espacio público se consolida como lugar de encuentro, tránsito y pertenencia. La narrativa tropical guía cada decisión de diseño, permitiendo construir una ciudad que se reconoce a sí misma y se reinventa desde su propio clima, su historia y su gente.
La intervención abarca 213.663 m² en el centro tradicional de Medellín, mediante una estrategia que prioriza la recuperación del espacio público como detonante para transformar el corazón de la ciudad. El proyecto se enfoca en la reactivación de corredores estructurantes como la Carrera Bolívar, la Avenida La Playa, la Carrera Junín, la Calle Boyacá y la Calle Alhambra, así como de plazas y espacios emblemáticos como la Plazuela Nutibara, la Plaza Botero, el Parque Berrío y los entornos de edificaciones significativas como el Museo de Antioquia, el Edificio de la Naviera Antioqueña (actual Museo de la Universidad de Antioquia), el Edificio Coltejer, el Banco de la República y el Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe.
Estas intervenciones buscan no solo embellecer, sino activar nuevas dinámicas ambientales, sociales y económicas, resignificando lugares que habían sido históricamente marginados o deteriorados. Desde el inicio del proyecto, se definieron seis principios rectores que orientaron todas las decisiones de diseño:
Priorizar la accesibilidad universal y la movilidad peatonal.
Promover el uso de la bicicleta como medio de transporte cotidiano.
Reintroducir la naturaleza mediante zonas verdes, jardines y mayor arborización.
Regular y reducir los carriles vehiculares.
Articular los diferentes sistemas de transporte.
Establecer una relación clara y respetuosa con los edificios existentes.
Estas premisas permitieron diseñar una estructura urbana coherente, donde la escala humana y el paisaje tropical convergen para generar espacios públicos activos, accesibles y memorables. El proyecto se concibe como un nuevo paisaje urbano que restaura el vínculo entre ciudadanía, historia y entorno.
Desde el punto de vista técnico y operativo, se implementaron criterios de sostenibilidad urbana, industrialización y modularidad. Todos los elementos —bancas, basureras, módulos comerciales, acabados de pisos, piezas de contención y señalización— fueron diseñados por el equipo, priorizando el uso de materiales locales, ensamblables, durables, de bajo mantenimiento y con posibilidades de reposición inmediata. El mobiliario urbano no es solo funcional: porta identidad, conecta con el imaginario colectivo y refuerza el carácter del lugar.
Se promovió además un enfoque de gestión del diseño basado en la eficiencia proyectual, la coordinación interdisciplinar y el entendimiento profundo del contexto urbano, los hábitos de los usuarios y las condiciones técnicas, normativas y constructivas del sitio. Esto permitió mejorar los procesos de formulación, supervisión e implementación, incorporando mano de obra local y sistemas constructivos tradicionales adaptados a las nuevas necesidades.
La intervención abarca 213.663 m² en el centro tradicional de Medellín, mediante una estrategia que prioriza la recuperación del espacio público como detonante para transformar el corazón de la ciudad. El proyecto se enfoca en la reactivación de corredores estructurantes como la Carrera Bolívar, la Avenida La Playa, la Carrera Junín, la Calle Boyacá y la Calle Alhambra, así como de plazas y espacios emblemáticos como la Plazuela Nutibara, la Plaza Botero, el Parque Berrío y los entornos de edificaciones significativas como el Museo de Antioquia, el Edificio de la Naviera Antioqueña (actual Museo de la Universidad de Antioquia), el Edificio Coltejer, el Banco de la República y el Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe.
Estas intervenciones buscan no solo embellecer, sino activar nuevas dinámicas ambientales, sociales y económicas, resignificando lugares que habían sido históricamente marginados o deteriorados. Desde el inicio del proyecto, se definieron seis principios rectores que orientaron todas las decisiones de diseño:
Priorizar la accesibilidad universal y la movilidad peatonal.
Promover el uso de la bicicleta como medio de transporte cotidiano.
Reintroducir la naturaleza mediante zonas verdes, jardines y mayor arborización.
Regular y reducir los carriles vehiculares.
Articular los diferentes sistemas de transporte.
Establecer una relación clara y respetuosa con los edificios existentes.
Estas premisas permitieron diseñar una estructura urbana coherente, donde la escala humana y el paisaje tropical convergen para generar espacios públicos activos, accesibles y memorables. El proyecto se concibe como un nuevo paisaje urbano que restaura el vínculo entre ciudadanía, historia y entorno.
Desde el punto de vista técnico y operativo, se implementaron criterios de sostenibilidad urbana, industrialización y modularidad. Todos los elementos —bancas, basureras, módulos comerciales, acabados de pisos, piezas de contención y señalización— fueron diseñados por el equipo, priorizando el uso de materiales locales, ensamblables, durables, de bajo mantenimiento y con posibilidades de reposición inmediata. El mobiliario urbano no es solo funcional: porta identidad, conecta con el imaginario colectivo y refuerza el carácter del lugar.
Se promovió además un enfoque de gestión del diseño basado en la eficiencia proyectual, la coordinación interdisciplinar y el entendimiento profundo del contexto urbano, los hábitos de los usuarios y las condiciones técnicas, normativas y constructivas del sitio. Esto permitió mejorar los procesos de formulación, supervisión e implementación, incorporando mano de obra local y sistemas constructivos tradicionales adaptados a las nuevas necesidades.
Más allá de la transformación física, el proyecto genera una transformación simbólica y social profunda. Se sembraron 841 árboles y se incorporaron más de 6.000 m² de jardines, reduciendo el efecto de isla de calor y mejorando las condiciones ambientales. Se construyeron 2,5 km de ciclorutas que integran sistemas de movilidad sostenible y fomentan un centro caminable, amable y seguro. Pero el impacto real va más allá de los números: los espacios recuperados devuelven dignidad a lo cotidiano. Corredores antes dominados por el caos vehicular ahora son lugares de encuentro, cultura y contemplación. Se revitalizan zonas patrimoniales y se generan nuevas dinámicas económicas y sociales en el corazón de la ciudad. El proyecto permite que la ciudadanía pueda reconocerse, reapropiarse del espacio y resignificar su relación con Medellín. Es un modelo de ciudad resiliente y tropical, que celebra su clima, su gente y su historia como motores de futuro urbano.
Más allá de la transformación física, el proyecto genera una transformación simbólica y social profunda. Se sembraron 841 árboles y se incorporaron más de 6.000 m² de jardines, reduciendo el efecto de isla de calor y mejorando las condiciones ambientales. Se construyeron 2,5 km de ciclorutas que integran sistemas de movilidad sostenible y fomentan un centro caminable, amable y seguro. Pero el impacto real va más allá de los números: los espacios recuperados devuelven dignidad a lo cotidiano. Corredores antes dominados por el caos vehicular ahora son lugares de encuentro, cultura y contemplación. Se revitalizan zonas patrimoniales y se generan nuevas dinámicas económicas y sociales en el corazón de la ciudad. El proyecto permite que la ciudadanía pueda reconocerse, reapropiarse del espacio y resignificar su relación con Medellín. Es un modelo de ciudad resiliente y tropical, que celebra su clima, su gente y su historia como motores de futuro urbano.
“Transformar la ciudad no es solo rehacer su forma, sino resignificar lo cotidiano: devolverle al ciudadano el derecho de reconocerse en su entorno, y al paisaje, el lugar que siempre debió ocupar.”
“Transformar la ciudad no es solo rehacer su forma, sino resignificar lo cotidiano: devolverle al ciudadano el derecho de reconocerse en su entorno, y al paisaje, el lugar que siempre debió ocupar.”











