
4 parques, una sola visión de ciudad: caminable, integrada y participativa
4 parques, una sola visión de ciudad: caminable, integrada y participativa
Este conjunto de cuatro parques – Altamira, La Joyita, Guacamayas y Bello Horizonte – representa una intervención integral promovida por la Secretaría del Hábitat en San Cristóbal, Bogotá, que busca transformar el espacio público de ladera como lugar de encuentro, integración y permanencia. A través de un lenguaje común en el diseño, criterios de accesibilidad, sostenibilidad y paisajismo local, se potencia el uso comunitario de los parques barriales y su papel en el mejoramiento de la calidad de vida.
Este conjunto de cuatro parques – Altamira, La Joyita, Guacamayas y Bello Horizonte – representa una intervención integral promovida por la Secretaría del Hábitat en San Cristóbal, Bogotá, que busca transformar el espacio público de ladera como lugar de encuentro, integración y permanencia. A través de un lenguaje común en el diseño, criterios de accesibilidad, sostenibilidad y paisajismo local, se potencia el uso comunitario de los parques barriales y su papel en el mejoramiento de la calidad de vida.
Parques para la Revitalización Urbana en San Cristóbal
Parques para la Revitalización Urbana en San Cristóbal
Ubicación
Ubicación
Bogotá D.C.
Bogotá D.C.
Año
Año
2023
2023
Área
Área
15 027 m²
15 027 m²
Cliente
Cliente
Secretaría Distrital del Hábitat
Secretaría Distrital del Hábitat
“Cuatro parques barriales se transforman en escenarios de encuentro, naturaleza y participación comunitaria.”
“Cuatro parques barriales se transforman en escenarios de encuentro, naturaleza y participación comunitaria.”
En el marco del proyecto del nuevo Cable Aéreo de San Cristóbal —una de las apuestas de movilidad e integración urbana más importantes para el suroriente de Bogotá— se desarrolló una serie de intervenciones en parques barriales como parte de una estrategia de renovación liderada por la Secretaría del Hábitat. Esta visión reconoce que la movilidad no es solo transporte: implica transformar los entornos cotidianos de comunidades históricamente desatendidas.
Los parques de barrios como La Joyita, Altamira, Guacamayas y Bello Horizonte han sido tradicionalmente espacios de paso, con baja calidad espacial, escasa infraestructura y poca integración al paisaje urbano. El proyecto buscó convertirlos en centros de encuentro comunitario, seguros y activos, que fortalezcan la identidad barrial y generen nuevas dinámicas de apropiación y uso colectivo.
Cada parque fue abordado desde un enfoque técnico y participativo. A través de jornadas de cocreación comunitaria se identificaron necesidades locales, problemas de accesibilidad, déficit de mobiliario, falta de juegos y equipamientos deportivos, y condiciones naturales a preservar. El diagnóstico territorial permitió diseñar soluciones particulares con principios comunes que articulan a los cuatro parques como parte de una misma visión urbana.
La intervención apuesta por consolidar el espacio público como motor de cohesión social y mejora de la calidad de vida, integrando paisajismo, accesibilidad, sostenibilidad ambiental y mobiliario de acuerdo con las cartillas oficiales del IDRD y el Distrito. Así, los parques se convierten en nodos cívicos, accesibles y diversos, conectados con el tejido urbano y social que los rodea.
En el marco del proyecto del nuevo Cable Aéreo de San Cristóbal —una de las apuestas de movilidad e integración urbana más importantes para el suroriente de Bogotá— se desarrolló una serie de intervenciones en parques barriales como parte de una estrategia de renovación liderada por la Secretaría del Hábitat. Esta visión reconoce que la movilidad no es solo transporte: implica transformar los entornos cotidianos de comunidades históricamente desatendidas.
Los parques de barrios como La Joyita, Altamira, Guacamayas y Bello Horizonte han sido tradicionalmente espacios de paso, con baja calidad espacial, escasa infraestructura y poca integración al paisaje urbano. El proyecto buscó convertirlos en centros de encuentro comunitario, seguros y activos, que fortalezcan la identidad barrial y generen nuevas dinámicas de apropiación y uso colectivo.
Cada parque fue abordado desde un enfoque técnico y participativo. A través de jornadas de cocreación comunitaria se identificaron necesidades locales, problemas de accesibilidad, déficit de mobiliario, falta de juegos y equipamientos deportivos, y condiciones naturales a preservar. El diagnóstico territorial permitió diseñar soluciones particulares con principios comunes que articulan a los cuatro parques como parte de una misma visión urbana.
La intervención apuesta por consolidar el espacio público como motor de cohesión social y mejora de la calidad de vida, integrando paisajismo, accesibilidad, sostenibilidad ambiental y mobiliario de acuerdo con las cartillas oficiales del IDRD y el Distrito. Así, los parques se convierten en nodos cívicos, accesibles y diversos, conectados con el tejido urbano y social que los rodea.
El proyecto parte de una idea común: reconvertir los parques en espacios activos, seguros y apropiables para todos los grupos etarios. A partir de la vocación específica de cada parque y los resultados de las jornadas de cocreación con las comunidades, se definieron intervenciones ajustadas al contexto: zonas de juegos infantiles, gimnasios al aire libre, jardines comunitarios, graderías de encuentro, senderos accesibles y mobiliario urbano.
El proceso fue una respuesta situada que combinó imaginarios locales con criterios técnicos. La incorporación de mobiliario del IDRD y la cartilla de mobiliario urbano de Bogotá permitió asegurar estandarización, calidad y fácil mantenimiento, mientras que el enfoque en el diseño paisajístico y la conservación de zonas verdes naturales favoreció una integración adecuada con el entorno y su ecología urbana.
Los cuatro parques se diseñaron como nodos urbanos dentro de una red de espacios públicos, donde cada intervención busca fortalecer los vínculos comunitarios, dignificar el espacio público y fomentar el sentido de pertenencia en contextos populares.
El proyecto parte de una idea común: reconvertir los parques en espacios activos, seguros y apropiables para todos los grupos etarios. A partir de la vocación específica de cada parque y los resultados de las jornadas de cocreación con las comunidades, se definieron intervenciones ajustadas al contexto: zonas de juegos infantiles, gimnasios al aire libre, jardines comunitarios, graderías de encuentro, senderos accesibles y mobiliario urbano.
El proceso fue una respuesta situada que combinó imaginarios locales con criterios técnicos. La incorporación de mobiliario del IDRD y la cartilla de mobiliario urbano de Bogotá permitió asegurar estandarización, calidad y fácil mantenimiento, mientras que el enfoque en el diseño paisajístico y la conservación de zonas verdes naturales favoreció una integración adecuada con el entorno y su ecología urbana.
Los cuatro parques se diseñaron como nodos urbanos dentro de una red de espacios públicos, donde cada intervención busca fortalecer los vínculos comunitarios, dignificar el espacio público y fomentar el sentido de pertenencia en contextos populares.
Cada parque desarrolla estrategias particulares para responder a sus vocaciones y contextos. En La Joyita, el énfasis está en consolidar zonas de permanencia con una alta calidad paisajística partiendo de su particular topografía y condición natural de mirador, integrando especies mayores y menores cuidadosamente seleccionadas para no obstruir las visuales. Se incorporan estructuras vegetadas tipo tótem y se articula el parque con un equipamiento recreativo contiguo, fortaleciendo la red de espacios públicos del sector.
Guacamayas estructura su intervención como un circuito que permite articula todo el parque e incorpora zonas activas —juegos y gimnasios— con áreas de contemplación y paisajismo. También por su condición topográfica se convierte en una gran mitrador donde se dispone una estructura elevada que se proyecta hacia el paisaje y ofrece la contemplación de la ciudad desde lo alto. Las zonas de juego están diseñadas para distintas edades, ofreciendo experiencias multisensoriales e inclusivas.
En Bello Horizonte, la estrategia gira en torno a la diversidad programática en un espacio compacto. Se actualiza la cancha existente para usos múltiples y se integran juegos infantiles y módulos vitales en un entorno vegetado que acompaña los recorridos peatonales. La propuesta busca atender simultáneamente a niños, jóvenes y adultos mayores, maximizando el uso del parque sin saturarlo.
El proyecto Altamira emplea una estrategia de rediseño urbano que prioriza al peatón y reduce la circulación vehicular (reconfiguración de franjas funcionales). Los jardines acompañan las franjas de encuentro, aportando color, sombra y biodiversidad, mientras que los árboles plantados en la franja central estructuran el espacio como un eje verde de uso colectivo. La cercanía a la quebrada refuerza el enfoque ambiental del proyecto.
Cada parque desarrolla estrategias particulares para responder a sus vocaciones y contextos. En La Joyita, el énfasis está en consolidar zonas de permanencia con una alta calidad paisajística partiendo de su particular topografía y condición natural de mirador, integrando especies mayores y menores cuidadosamente seleccionadas para no obstruir las visuales. Se incorporan estructuras vegetadas tipo tótem y se articula el parque con un equipamiento recreativo contiguo, fortaleciendo la red de espacios públicos del sector.
Guacamayas estructura su intervención como un circuito que permite articula todo el parque e incorpora zonas activas —juegos y gimnasios— con áreas de contemplación y paisajismo. También por su condición topográfica se convierte en una gran mitrador donde se dispone una estructura elevada que se proyecta hacia el paisaje y ofrece la contemplación de la ciudad desde lo alto. Las zonas de juego están diseñadas para distintas edades, ofreciendo experiencias multisensoriales e inclusivas.
En Bello Horizonte, la estrategia gira en torno a la diversidad programática en un espacio compacto. Se actualiza la cancha existente para usos múltiples y se integran juegos infantiles y módulos vitales en un entorno vegetado que acompaña los recorridos peatonales. La propuesta busca atender simultáneamente a niños, jóvenes y adultos mayores, maximizando el uso del parque sin saturarlo.
El proyecto Altamira emplea una estrategia de rediseño urbano que prioriza al peatón y reduce la circulación vehicular (reconfiguración de franjas funcionales). Los jardines acompañan las franjas de encuentro, aportando color, sombra y biodiversidad, mientras que los árboles plantados en la franja central estructuran el espacio como un eje verde de uso colectivo. La cercanía a la quebrada refuerza el enfoque ambiental del proyecto.
La intervención en los cuatro parques produjo una transformación tangible en la calidad del espacio público y su percepción comunitaria. Se logró dignificar entornos que antes estaban fragmentados, deteriorados o subutilizados, devolviéndoles su valor como lugares seguros, verdes y activos. La incorporación de equipamientos lúdicos, zonas de encuentro y vegetación ha generado nuevas dinámicas urbanas, extendiendo los tiempos de uso y fomentando relaciones intergeneracionales. Los parques pasaron de ser zonas de paso a espacios vividos, donde niños, jóvenes y adultos mayores encuentran escenarios adecuados para el esparcimiento, el deporte y la vida cotidiana.
Además, el diseño participativo fortaleció los lazos entre comunidad y territorio, haciendo de cada intervención no solo un proyecto físico, sino un proceso social. La apropiación comunitaria se ha traducido en mayor cuidado de los espacios, percepción positiva de seguridad y reactivación de la vida barrial. En un contexto de alta densidad, como San Cristóbal, estos cuatro parques se consolidan como centros de convivencia y referentes de lo que el espacio público puede generar cuando se diseña con sensibilidad, rigor y escucha activa.
La intervención en los cuatro parques produjo una transformación tangible en la calidad del espacio público y su percepción comunitaria. Se logró dignificar entornos que antes estaban fragmentados, deteriorados o subutilizados, devolviéndoles su valor como lugares seguros, verdes y activos. La incorporación de equipamientos lúdicos, zonas de encuentro y vegetación ha generado nuevas dinámicas urbanas, extendiendo los tiempos de uso y fomentando relaciones intergeneracionales. Los parques pasaron de ser zonas de paso a espacios vividos, donde niños, jóvenes y adultos mayores encuentran escenarios adecuados para el esparcimiento, el deporte y la vida cotidiana.
Además, el diseño participativo fortaleció los lazos entre comunidad y territorio, haciendo de cada intervención no solo un proyecto físico, sino un proceso social. La apropiación comunitaria se ha traducido en mayor cuidado de los espacios, percepción positiva de seguridad y reactivación de la vida barrial. En un contexto de alta densidad, como San Cristóbal, estos cuatro parques se consolidan como centros de convivencia y referentes de lo que el espacio público puede generar cuando se diseña con sensibilidad, rigor y escucha activa.
“Más allá del diseño, estos parques trazan un nuevo mapa de posibilidades para las periferias de Bogotá.”
“Más allá del diseño, estos parques trazan un nuevo mapa de posibilidades para las periferias de Bogotá.”











