Entre el canto del mochuelo y la voz del territorio: una casa itinerante para no olvidar

Entre el canto del mochuelo y la voz del territorio: una casa itinerante para no olvidar

El Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María es una arquitectura nómada que recorre los territorios afectados por el conflicto armado. Concebido como una casa tradicional que viaja —como el mochuelo montemariano— el MIMM recoge relatos, proyecta voces y genera espacios de reparación simbólica. Su diseño modular, bioclimático y desmontable lo convierte en un dispositivo sensible de memoria viva.

El Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María es una arquitectura nómada que recorre los territorios afectados por el conflicto armado. Concebido como una casa tradicional que viaja —como el mochuelo montemariano— el MIMM recoge relatos, proyecta voces y genera espacios de reparación simbólica. Su diseño modular, bioclimático y desmontable lo convierte en un dispositivo sensible de memoria viva.

Premios y Reconocimientos

Premios y Reconocimientos

MIMM - Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María

MIMM - Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María

Ubicación

Ubicación

Región de los Montes de María, Bolívar y Sucre

Región de los Montes de María, Bolívar y Sucre

Año

Año

2016-2019

2016-2019

Área

Área

179 m²

179 m²

Cliente

Cliente

CCMML21 / Centro Nacional de Memoria Histórica

CCMML21 / Centro Nacional de Memoria Histórica

“Una arquitectura que camina con la memoria, escucha el territorio y siembra dignidad donde antes hubo silencio.”

“Una arquitectura que camina con la memoria, escucha el territorio y siembra dignidad donde antes hubo silencio.”

Durante más de medio siglo, la región de los Montes de María (Bolívar y Sucre) ha vivido los horrores del conflicto armado colombiano. Con más de 3.000 asesinatos, 117 masacres y miles de víctimas de desplazamiento, desaparición y violencia sexual, esta región encarna una de las heridas más profundas del país. En este contexto nace el Museo Itinerante, liderado por el Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21 (CCMML21) con el acompañamiento del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Esta iniciativa busca ser una plataforma móvil de reparación simbólica, circulación del pensamiento campesino, visibilización de la resistencia y apropiación colectiva del derecho a la memoria. El MIMM no es un contenedor neutro, sino una casa abierta que lleva consigo los relatos de quienes resistieron, narraron y reconstruyen su historia.

Durante más de medio siglo, la región de los Montes de María (Bolívar y Sucre) ha vivido los horrores del conflicto armado colombiano. Con más de 3.000 asesinatos, 117 masacres y miles de víctimas de desplazamiento, desaparición y violencia sexual, esta región encarna una de las heridas más profundas del país. En este contexto nace el Museo Itinerante, liderado por el Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21 (CCMML21) con el acompañamiento del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Esta iniciativa busca ser una plataforma móvil de reparación simbólica, circulación del pensamiento campesino, visibilización de la resistencia y apropiación colectiva del derecho a la memoria. El MIMM no es un contenedor neutro, sino una casa abierta que lleva consigo los relatos de quienes resistieron, narraron y reconstruyen su historia.

El museo es concebido desde dos metáforas complementarias: el mochuelo y la casa. El mochuelo, ave nómada del Caribe colombiano, simboliza la palabra que viaja, que narra y permanece; la casa, por su parte, evoca lo íntimo, lo protegido, lo propio. La arquitectura responde a ambas: es itinerante, pero sólida; abierta, pero arraigada. El MIMM está hecho para instalarse temporalmente en cada municipio de la región, convocando a las comunidades a habitar un espacio para narrar, escuchar y resignificar. En su centro, el Árbol de los Ausentes nombra a las víctimas. A su alrededor, se despliegan salas expositivas, patios, graderías y escenarios que no imponen una narrativa única, sino que abren múltiples formas de memoria. El edificio se convierte así en un gesto colectivo: móvil, sensible, necesario. El Museo Itinerante de la Memoria —MIMM— se concibe como una plataforma comunicativa que promueve, visibiliza y dinamiza la reclamación de las víctimas a la tierra, la palabra, la memoria, la acción colectiva, y la reparación simbólica.

El museo es concebido desde dos metáforas complementarias: el mochuelo y la casa. El mochuelo, ave nómada del Caribe colombiano, simboliza la palabra que viaja, que narra y permanece; la casa, por su parte, evoca lo íntimo, lo protegido, lo propio. La arquitectura responde a ambas: es itinerante, pero sólida; abierta, pero arraigada. El MIMM está hecho para instalarse temporalmente en cada municipio de la región, convocando a las comunidades a habitar un espacio para narrar, escuchar y resignificar. En su centro, el Árbol de los Ausentes nombra a las víctimas. A su alrededor, se despliegan salas expositivas, patios, graderías y escenarios que no imponen una narrativa única, sino que abren múltiples formas de memoria. El edificio se convierte así en un gesto colectivo: móvil, sensible, necesario. El Museo Itinerante de la Memoria —MIMM— se concibe como una plataforma comunicativa que promueve, visibiliza y dinamiza la reclamación de las víctimas a la tierra, la palabra, la memoria, la acción colectiva, y la reparación simbólica.

En términos formales, el museo es una estructura en madera que dialoga con la arquitectura vernácula de la región, empleando materiales locales y técnicas de bajo impacto ambiental. La disposición en U abierta permite la generación de un patio central, símbolo de encuentro y conversación. Alrededor de este núcleo, los módulos acogen salas temáticas y audiovisuales —dolor, resistencia, vida, verdad— con contenidos flexibles que se transforman en cada lugar visitado, alimentados por las voces locales.

El pabellón del MIMM tiene una superficie de 179,15 m² y está diseñado para ser ensamblado y desmontado en tres días. Se construye en madera laminada de pino alemán con uniones metálicas, adaptado a las irregularidades del terreno mediante patas telescópicas. El sistema estructural está basado en pórticos modulares de 2,75 m x 2,54 m, cubiertos por una envolvente ligera de policarbonato alveolar. Los cerramientos de fachada, con persianas verticales de madera, permiten ventilación cruzada y control solar. Su configuración incluye:


  • Una plataforma museográfica interior.

  • El Árbol de los Ausentes, núcleo simbólico del pabellón.

  • Un escenario exterior con graderías.

  • Espacios técnicos, accesos, patios y áreas abiertas para el encuentro.

Las premisas clave que resuelve el diseño son: modularidad, adaptabilidad, bioclimática, resistencia sísmica y bajo costo. Cada itinerancia dura en promedio tres meses, con facilidad de embalaje y transporte. Desde su inauguración en 2019 en El Carmen de Bolívar, el museo ha recorrido municipios como San Juan Nepomuceno y San Jacinto, y continuará su viaje por todo el territorio montemariano, y el resto del país.

En términos formales, el museo es una estructura en madera que dialoga con la arquitectura vernácula de la región, empleando materiales locales y técnicas de bajo impacto ambiental. La disposición en U abierta permite la generación de un patio central, símbolo de encuentro y conversación. Alrededor de este núcleo, los módulos acogen salas temáticas y audiovisuales —dolor, resistencia, vida, verdad— con contenidos flexibles que se transforman en cada lugar visitado, alimentados por las voces locales.

El pabellón del MIMM tiene una superficie de 179,15 m² y está diseñado para ser ensamblado y desmontado en tres días. Se construye en madera laminada de pino alemán con uniones metálicas, adaptado a las irregularidades del terreno mediante patas telescópicas. El sistema estructural está basado en pórticos modulares de 2,75 m x 2,54 m, cubiertos por una envolvente ligera de policarbonato alveolar. Los cerramientos de fachada, con persianas verticales de madera, permiten ventilación cruzada y control solar. Su configuración incluye:


  • Una plataforma museográfica interior.

  • El Árbol de los Ausentes, núcleo simbólico del pabellón.

  • Un escenario exterior con graderías.

  • Espacios técnicos, accesos, patios y áreas abiertas para el encuentro.

Las premisas clave que resuelve el diseño son: modularidad, adaptabilidad, bioclimática, resistencia sísmica y bajo costo. Cada itinerancia dura en promedio tres meses, con facilidad de embalaje y transporte. Desde su inauguración en 2019 en El Carmen de Bolívar, el museo ha recorrido municipios como San Juan Nepomuceno y San Jacinto, y continuará su viaje por todo el territorio montemariano, y el resto del país.

El MIMM no es un objeto arquitectónico, es un acto colectivo. Su impacto no solo reside en lo espacial, sino en su capacidad de activar procesos simbólicos, pedagógicos y sociales. Ofrece un lugar para el duelo y el diálogo, para la recuperación de la voz y la construcción de futuro. En cada parada del museo, se resignifican relaciones comunitarias, se visibilizan relatos silenciados y se refuerza el tejido social a través del arte, la palabra y la memoria. El edificio se convierte en un soporte físico para el derecho a la verdad y la no repetición. Su diseño sensible y funcional permite que las comunidades se apropien de él como una casa común, un escenario que respira, escucha y recuerda. En un país que aún busca sanar, el MIMM es una lección de arquitectura comprometida con lo humano.

El MIMM no es un objeto arquitectónico, es un acto colectivo. Su impacto no solo reside en lo espacial, sino en su capacidad de activar procesos simbólicos, pedagógicos y sociales. Ofrece un lugar para el duelo y el diálogo, para la recuperación de la voz y la construcción de futuro. En cada parada del museo, se resignifican relaciones comunitarias, se visibilizan relatos silenciados y se refuerza el tejido social a través del arte, la palabra y la memoria. El edificio se convierte en un soporte físico para el derecho a la verdad y la no repetición. Su diseño sensible y funcional permite que las comunidades se apropien de él como una casa común, un escenario que respira, escucha y recuerda. En un país que aún busca sanar, el MIMM es una lección de arquitectura comprometida con lo humano.

“La arquitectura puede ser el lugar donde la palabra vuelve.”

“La arquitectura puede ser el lugar donde la palabra vuelve.”